8 de septiembre de 2009

CAMUFLO

Escribo estas letras porque eventualmente todos vamos a morir. Porque hay muerte, donde sea que miro, me invade un terror espeso que se apodera lentamente de las pocas imágenes de mi destino. No obtengo nada, absolutamente nada. Nada deseo mas la soledad misma que me acompaña en este viaje.
Este camino cargado de imágenes, sonidos aleatorios petrificados en la demencia oscura de la memoria.
Recuerdo a mi padre caminando por mi ciudad natal, las luces bajas de la calle, él hablando lentamente. Mi padre, caminando como una sombra por los rincones de mis sueños. Mi padre, que ha muerto, que duerme bajo un sauce joven, por toda la eternidad. Que destella la esencia de su alma como lluvia por el cielo, que me mira en las noches de bruma. Mi padre, contando los innumerables días del fin de los días, perdonando su soledad como tal vez ha perdonado la mía. Haciendo de las suyas en el aire húmedo que rodea mi casa, mi patio seco sin perro.


Reviso los cuadernos, las hojas amarillentas que evidencian rastros de una vida mejor. Luego los dejo, no me siento en gana de melancolía. Luego el silencio y la vida diaria, la ropa sucia que crece en montoncitos cerca de la cama y de la ventana tratando de invadir el ambiente, pero no. Ahora no.

11 de agosto de 2009

SUEÑO DE LA MAÑANA DEL CENTENO

La ciudad aturde, aprieta, te mete dentro de sus ramas grises, te pierde, te absorbe, te deja parado en el medio de la esquina, viendo los fantasmas de otros como tú que caminan, corren, pero tú te la pasas ahí, viéndolo todo pasar, observando el tiempo que se mezcla con las hojas del otoño que ya casi es primavera.
Afuera los pájaros no cantan, se meten en los arboles desnudos a garabatear danzas en el aire. Ves el cielo que está de un gris increíble, y tratas de recordar la ultima ves que estuvo así pero te resulta imposible. Caminas una, tal vez dos cuadras, y piensas en los tipos, en las tipas, en el cuadernito blanco que te ha acompañado cuando te perdías en el viaje, piensas en los libros berretas de autores supremos que se meten en tu bolso harapiento y desordenado que se ha mojado al igual que tú en las lluvias de turno. Dibujas un Hola al aire, te ves en los pies flacos que necesitan nuevos zapatos, te paras en la puerta, consultando mentalmente si entrar, pero decides largarte, pasar el resto del día afuera, viendo porquerías baratas en puestos de señores sin sueños, con juguetes usados que se prenden en tu repisa, y la pasan bien, se hacen amigos para no tener que estar en silencio, para no tener que soportarlo, porque, piénsalo bien, no puedes soportarlo, al silencio, digo. Te lavas la cara, te preparas un café exesivamente dulce, te robas lo que quedaba de su día, le das las gracias, y luego el silencio, como una especie de premio místico que te espera cuando te dispones a morir. Lo tomas, claro, y lo usas como escudo, como caparazón de tortuga mutante.
Te amigas con tu sombra, la dejas acompañarte en el viaje, le cuentas tus historias de niña, la cargas en tu mochila de viaje, y sales, te ves mal, pero no te importa, te pides caminar algo más, calmar la sed de los días, te pides dormir algo más, aunque nunca alcanza para vaciar el alma, dejarla liviana, llevarla a pasear.
Te encuentras en la montaña, con la soledad a cuesta, como carro y autopista, le ruges al mar, al viento, le pides perdón, pero no hay caso, ya no lo sientes. Te arrepientes, te la pasas mal, te la pasas mejor, ya no te importa, has decidido olvidar, dar otra oportunidad, seguir un poco tu propia huella animal.
Te gusta.
Te parece tan bien que no lo puedes soportar. Eso y la niebla. No lo puedes soportar. Te sumerges en la oscuridad, la nadas, la ves por primera vez, abres tus ojos a la inmensidad ciega que te rodea, le das la mano, la haces tu amiga otra vez. Esta bien. La dejas ser. Desapareces. No sientes pena. Ha sido un mal sueño más.

21 de junio de 2009

LLUVIA

Hola nuevo mundo. piedra dura. desolación. hola nubes blancas y grises que vuelan sobre la ciudad. Que bailan en el cielo. Hola. si. Hola.
Me había quedado dormida, y supuse que el sonido que entraba por mi oído derecho, era de la ventana oeste, la que da a la calle. Pero cuando abrí los ojos, noté que la ventana estaba cerrada, y entonces me acomodé para dormir un rato más, para quedarme soñando toda la tarde, para tener algo que hacer. No sabía si tenía frío, porque era algo que ya no me preguntaba, como una sensación que había dejado de sentir, como el dolor, el miedo y el odio. Entonces vino el sueño, y también la pesadilla. Y todo era hermoso, y la música aparecía, y luego se iba, junto con la imagen y el viento que mezclaba el olor a lluvia con los pasos que salían de los zapatos sucios. Las gotitas caían en el río, y había miles de peces que tenían miedo de salir, de asomarse a mirar la vida del otro lado. Entonces miraste fijo la enorme masa de agua marrón, toda agitada, y pensaste que tal vez podíamos quedarnos un rato más, que tal vez no era nada peligroso. Y nos quedamos hasta la tarde, hasta que la lluvia se hizo finita, y casi no hacía ruido sobre el agua. Y debió ser un momento hermoso, porque no lo recuerdo, porque casi nunca registro los ratos hermosos. Nos tiramos ahí, en el pasto húmedo, lleno de bichitos que yo no conocía. Y el cielo estaba de un color muy extraño, tirando las lágrimas a la tierra, con desgano, como si fuera parte del día. Yo miraba todo, quería entenderlo todo, quería cargarme de todas esas imágenes, esos olores, esos silencios que me dabas siempre. Y de pronto ya no hubo más peces, y casi era de noche. Y dijiste que era hora de irse, de volver a la casa. Y nos pusimos los zapatos mojados y nos fuimos, y dejamos atras, la lluvia y el río agitado por las gotitas. Y nos llevamos el silencio.

8 de mayo de 2009

subte B

En el subte rojo de la lìnea B, me senté y pensé en dormitar por 6 o 7 estaciones. Un nenito blanco y chiquito se sento con su mamá al lado mío. El nenito parecia que tenía sueño, porque se rascaba los ojos a cada rato. Y yo lo miré y pense que tenía el mismo corte de pelo de mi mejor amigo Péndo, el corte de pelo que le hice una vez antes de ir a mirar una película del BAFICI que duraba 4 horas y era de chicas karatekas y nos gustó mucho. A mi me gustó ese nenito porque era re chiquito, entonces saqué un pico dulce que tenía en la mochila, y que guardaba para la tarde, y se lo dí, y el nenito se fué contento. Después pase por el supermercado y compre unas milanesitas de soja para comer cuando llegara Pen porque no me gusta comer sola. Todo eso en un viaje de subte, algo asi como una milésima de la vida de alguien, un nenito que seguramente aún no desarrolló la capacidad de memoria, por lo cual, no creo que nunca en su vida se acuerde de ese pico dulce. Y Péndo que debe estar sentadito en la computadora haciendo compilados pop para el cumple de SebaRah que en realidad es sorpresa, pero como SebaRah no lee mi blog, igual sigue siendo sorpresa. Fin.

9 de abril de 2009

MIDNIGHT BUMBS

Anoche mientras las mujeres y lo hombres hacían su salida nocturna, yo leía a Kerouac en el sillón marrón ladrillo, cuando asi, de repente, lloré. Lloré porque me di cuenta que nunca iba a conocer a alguien que viera el mundo de esa forma, lloré porque era una noche hermosa y yo estaba deprimida otra vez, lloré simplemente porque siempre tengo esa tristeza en la panza que se junta con el dolor y salen las lágrimas. Y supongo que esa tristeza ya es parte de la carne y el hueso, y bueno, ya no se irá. Porque de alguna forma me pertenece, porque de alguna forma es la única sensación verdadera.
Supongo que él estaba ahí, simplemente quieto, viendo con los ojitos negros en la luz amarillenta. Y me había resultado molesto pensar en la noche, en la salida, en los amigos, y entonces me tiré a leer, y me di cuenta que en realidad la pasaba tanto mejor, estando ahí, de cara a la ventana este, con el librito en las piernas. Y toda la situación se hizo tristísima. Porque cada vez más prefería estarme quieta, sola con el libro, y los amigos y las personas en general me resultaban molestas, casi insoportables.
Y entonces leí algo que hubiera querido sentir, que hubiera querido compartir, pero nada más lo escribí, como para saber que alguna vez alguien había pensado el mundo de una forma hermosa.
“…somos como dos animales que se refugian en sus agujeros oscuros y cálidos y viven a solas sus dolores…”
Pero en este caso no hay dos animales, sino uno solo. Y la verdad eso también me había entristecido. Porque de alguna forma ya no había nadie a quien contarle esas visiones, esos sentimientos existenciales.
Y en mi mente creía que todos esos bastardos a los que odiaba, se lo merecían. Aunque ya estaba harta de odiar, de despreciar a todos esos pobres infelices. Entonces lloré más, como un océano, para nadar y escaparme.
Después de eso seguro me dio sueño, y quise ir a dormir, a soñar con esas cosas horribles que siempre tengo en la cabeza. Esas cosas que solo se van cuando la noche es calma y el café riquísimo. Pero esa noche no había ninguna de las dos. Solo estaba el foquito de 60 W y el sonido programado de la heladera blanca-manchada. Y el insomnio que me hacía dibujar estas letras brutas en el cuadernito que a veces también uso para hacer dibujos de una vida mejor.

4 de abril de 2009

Horror

Medianoche. La luna destella terribles rayos finos sobre la ciudad que se impacienta por amanecer, por volver a empezar el día. Y los hombres salen y caminan entre las lamparitas que titilan sobre la niebla. Es otoño, es Abril en las peores horas. La calle que vive afuera del balcón adopta todos los transportes posibles, los mas humeantes y olorosos, para ocultar el miedo de la soledad a las 4am, hora del horror. Hora en que la quietud se impacienta, y el momento que dura el silencio, parece transportar el living de la casa a la otra dimensión, al túnel ciego donde las pesadillas hacen el entretenimiento semanal, el rato del horror.
El hombrecito se sienta y espera. Se levanta, se hace un café y espía por la ventana este del departamento. No aparece. Pierde la noción del tiempo para distraer la mente. Se enciende un cigarrillo negro que
chupa dos o tres veces y luego apaga. Vuelve a mirar por la ventana, el cielo negro se abre entre algunas nubes borrosas que se acostumbran a la oscuridad. El hombrecito se vuelve a sentar, aprieta el puño, las manos ásperas por el viento helado, el mismo viento helado que siente en la cara cuando por fin cierra los ojos. Se calma, siente frío pero está bien, siente la negrura de la habitación que parece tragarselo entre el silencio que ha esperado durante toda la noche. Se acomoda, se pierde en la nada.
En la calle las mujeres gritan. El silencio sagrado se quiebra entre alaridos de dolor. Un perro callejero chapotea en las tripas de una niña que aún da patadas al aire. El hedor se transporta hasta el 1°, el 2° piso del edificio marrón caqui, como una señal de auxilio. Pero no alcanza. Y por fin el silencio otra vez.

El hombrecito abre el puño, siente los rayos de sol quemarle la cara. Se levanta, cierra la ventana este y se hecha a dormir, la siesta de la madrugada.

6 de marzo de 2009

He Was a Friend of Mine

Él era amigo mío
él era amigo mío
cada vez que pienso en él
Señor, no puedo evitar llorar
porque él fue amigo mío.

Él murió en la carretera
él murió en la carretera
nunca tuvo demasiado dinero
para pagarse su habitación o pensión
y él fue amigo mío.

Me marché sigilosamente y lloré
me marché sigilosamente y lloré
porque nunca tuve demasiado dinero
y nunca estuve del todo satisfecho
y él fue amigo mío.

Nunca hizo mal
nunca hizo mal
a mil millas de casa
y nunca hizo daño a nadie
y él fue amigo mío.

El era amigo mío
él era amigo mío
cada vez que pienso en él
Señor, no puedo evitar llorar
porque él fue amigo mío.

5 de marzo de 2009

Teatime

17 hs. Bueno, 17:07. La hora del té. Aca no hay té porque nadie lo necesita. Aca nadie piensa en la hora del té. En la hora de la merienda. En el suspenso de la tarde para separar el tiempo en dos grandes momentos. La hora del té y luego de la hora del té. El momento sagrado en el que todo se sumerge en la burbuja del pensamiento de la hora en que baja el sol. En el momento en que enchufo las melodías de turno para garabatear alguna cancioncita para acompañar el ritual. La hora del té. La tristeza que no aparece, que no alcanza para vaciarse de esperanza. Que no sabe donde ir, no tiene lugar. Y el otoño que no llega, no se asoma a ver como va todo, muy bien, gracias por preguntar. Gracias por venir. Chau. Dame un segundo. Dame una eternidad. Dame el viento y el mar para rajar de aca. Pero yo no puedo volar. Me habia olvidado. Es Teatime. Es bedtime y lovetime y sadtime. Es todos los times que quieras, ponele. Ponele lo que quieras, seguro queda bien. Seguro te queda bien. Seguro te acompaña a dormir, a charlar con el insomnio. Seguro te despierta a la mañana y te recuerda que día es, que camino hay que caminar. El subte que hay que tomar. Seguro la pasa bien. Seguro se toma un té. Verde, azul, de cualquier color, a mi que me importa.
Pero es tarde, es la tarde que no sabe que hacer, que nube bajar. Y piensa en zafar. Matar. Morir. Viajar. Dibujar. Y las cintas desparramadas sobre la mesa, las tiritas, la sangre a chorros, las masitas de limón, el azúcar negro que es mas rico pero no hay, y tampoco hay ganas, y claro, tampoco hay té. Gracias, prefiero el café.



2 de marzo de 2009

It's Alright (I'm Only Bleeding)

He soñado con cosas terribles, otro de esos malos sueños en los que quisiera buscarte para que hagas un hueco para mi y mi almohada destartalada. En eso me he perdido en la Desolation Row, y he dejado que siga su camino, que me lleve donde sea que va. El cielo ha tomado un color verdoso aterrador. El humo sale de mis dedos y se pierde entre las hojas brillantes del Ficus bejamina que se interpone entre la calle y el espacio exterior. Luego veo ese cielo enfermo y me pregunto si Dios también estará enfermo. Si pensará en la tristeza y la soledad. Y me respondo que no, que Dios es un tipo diferente. Y me vuelvo a sentar porque no hay nada que hacer y el sueño no llega. Y la página 167 de jPod me lleva a una de esas portadas con palabras al azar donde se lee DORITOS en arial doble y en negrita, y decido que es suficiente y abandono la historia, para mañana tal vez. Luego veo las letras torcidas y manchadas en las que aparecen tus cosas, ya sabes, las cosas que me hacen recordar que aun estas ahí, en cada instante de tristeza diaria, las canciones simples, BOB, una nube con tu cara, un olor pasajero que me reconoce en la calle Corrientes al 1200.
A veces creo que estoy a punto de transformarme en alguno de esos villanos enemigos de la humanidad. Y por momentos se siente reconfortante. Tanto odio tiene que producir algo, lo que sea, pero debe mutar en algo.
Pero supongo que de eso se trata, de amigarse con el viaje, con el camino a cuestas y mirar los ratos pasados que fundan inevitablemente la senda del túnel que lleva hasta esa montaña que buscas locamente, llena de pájaros e insectos amigos que no saben tu nombre, ni tu pasado, y te hacen la vida mas fácil. Y donde las tardes no son mas que el tiempo detenido, arrastrado a quien sabe que chorrito de agua paseando por las costas del mundo. Y todo parece demasiado y tal vez no lo puedas soportar, el alma a veces se llena de esas cosas, de imágenes, sonidos, de pensamientos sueltos que te hacen creer que existe algún lugar donde puedes dejar pasar lo que te empeñas por atrapar. Te parece suficiente? Pues entonces no intentes salvarte, no intentes escaparte ni bostezar. Hay un sinfín de aventuras esperando a la vuelta de la esquina, pásate, saluda, da las gracias, hechate a calmar la sed, pierdete en las pesadillas, en las tristezas de la noche que se hace fría con el viento del sur. Con el viento que siempre trae la calma.
Pero también se hace pesada la estadía, la vida, y el motor que alguna vez te llevó por lugares nuevos ya no funciona, o nunca lo hizo, y pensaste que podías caminar, pero tus pies sangran y no quieren acompañarte. Y piensas en tirarte en el pasto, bajo algún buen árbol amigo a calmar el ansia que te trae lleno de miedos que no reconoces aunque intentas. Y te las arreglas para tratar con esa tristeza que llevas como parte de la carne y la piel. Viviendo en una simbiosis eterna con tu cuerpo cansado.
Y si crees que puedes con ello, inténtalo, lárgate de aquí, miente al sacerdote, al tipo del pan. Pierdete en las sombras, solo ahí estarás a salvo. Solo ahí podrás descansar, meterte en el agua dulce como pez de bañera. Como anfibio prehistórico, quieto, humeante, pensante. Solo ahí olvidaras el miedo, porque será parte de tu mente, será parte de tus pasos, de tu espada afilada. Y tu lucha tendrá sabor a fresas y a leche tibia.
Y tu sangre tendrá el color de las hojas del otoño, desparramada sobre la cama limpia, esperando por la noche y la tristeza, y el café azucarado del dia del mal. Del día de la pesadilla final.




23 de febrero de 2009

The Basement Days

One For the Road aparece en el reproductor de 1.68 KB mal instalado en el ordenador, mientras busco el mejor agujero para hecharme a dormir por 30 minutos. La voz aspera de Dylan logra que el cubo blanco en el que voy metida se vuelva tolerable por 3:20 minutos. He buscado esos tipos minimalistas de los que hablabamos y resulta que he dado con un tipo que lo dice bastante bien. El asunto es simple y austero en términos de recursos literarios. Supongo que esos tipos son lo que no andan con vueltas. Y pueden llenar 400 páginas de las mejores historias de tipos como tú que se la pasan en su trabajo, en la casa, y con la vida a cuestas. Personajes simples y la menor cantidad de palabras posibles para contarte de que va la historia.
Luego me he tirado en el escritorio para tener otra perspectiva del teclado y los objetos diarios que ya tengo insertados en la retina como fotografía diaria. Pero no ha sido demasiado entusiasmante. Si quieres ver la vida de otro lado, no lo hagas en tu box de producción. No se obtiene demasiado ángulo. Tal vez si uno pudiera tener visiones diferentes sobre la rutina, no sería tan aburrido. O peor, podría ser la peor pesadilla de tu vida. Imagina que vives un interminable montaje de situaciones idénticas pero desde diferentes puntos de vista. Un día eres tu perro, que te ve despertar y desayunar los mismos cereales y leche, otro día eres el portero de tu edificio que te ve salir despeinado y con las mismas ojeras, otro día eres el tipo del subte que se resiste a cobrarte el pasaje. Supongo que tu vida se vería mucho peor de lo que realmente es. Y ni hablar de ser tú mismo. Sería demasiado.
Luego he salido y he comprado uno de esos jugos envasados de sabores inexistentes para amortiguar la vuelta a la casa. La vuelta siempre es agotadora. El pasaje del Microsentro a las 19 hs vacío, el sol de la tarde que no entiende los cambios de horario, el flujo de gente hacia el submundo del transporte público. Toda una aventura esperandote cada día cuando comienza tu día. Eso es a la hora 19.
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19 de febrero de 2009

OFF del día

A veces cuando te empeñas en que todo salga mal, algún idiota se mete en el camino y resulta siendo lo que acomoda todo tu día, haciéndolo todo mas fácil, lo cual resulta insoportable, más aún cuando el día no tiene nada mejor que ofrecer que un tipo gordo, con cara de estúpido, intentando hacer una lista de lo que sería algo así como los mandamientos de un buen funcionamiento en conjunto, o algo asi, a lo que regularmente respondo con una mueca de asco, sin siquiera mirarlo, pensando que es una de las 5 personas mas estúpidas que conozco. Y mientras hago eso, me imagino su gran boca inútil rellena con pedazos de mierda, y las palabras saliendo entrecortadas y el mensaje destruido por su gran capacidad para arruinar una tarde relativamente tranquila.
OK. Eso es lo que pasa cuando odias todo lo que pasa de 14 a 19 hs. Y me refiero a cada segundo. Insértate en mi vida por al menos dos suspiros y sabrás de lo que hablo. Pero eso no es todo. Luego está la mugre, el rencor, el tipo que anda en mi casa, el cual se ha encargado de arruinar practicamente todas las cosas buenas que me pasaban, los malos sueños que tengo constantemete, y por supuesto, el tiempo, al que he solucionado simplemente suprimiéndolo, como intentaré hacer con todo lo que no me cae bien. Esto sería:
-Los abogados (tambien incluidos contadores, empresarios, y toda persona que lleve corbata)
-Las mujeres idiotas, rubias, negras, simpáticas (me dan asco)
-Las mujeres .
-Cualquier persona que persiga el exito. Acaso no basta con la felicidad?. Bueno, quien quiere realmente ser feliz? Después de todo, la felicidad es esa molesta búsqueda constante, y es tan abstracto que concepualmente no existe.
-Las personas que comen con muchos cubiertos.
-Las personas simpáticas y optimistas en general.
Me he puesto a pensar que las personas que mas desprecio son aquellas que suponen saber cosas constantemente, como si fueran algun tipo de Google portátil-avanzado, y no dejan de hacer alarde de ello. Pero te lo digo, esas personas están en todos lados, si vas por la calle y te cruzas uno de esos tipos apurados y de gafas finas, te lo digo, es un pseudo-imbécil. Y estoy harta de los imbéciles, ya ni si quiera me dan gracia. Y no estoy tratando de advertirte, porque tú tambien eres un maldito imbécil. Sabes porque? pues bien, simplemente porque tratas de no serlo.
Asi que ya sabes de que va, no intentes hacerlo bien, estás seguro de que lo fregarás. Intenta ser un ganador y te convertirás es el mayor estúpido en mi lista, intenta caer bien y te daré un golpe justo en la cara, intenta ser demasiado amable y podría escupirte. Deja de intentar y tal vez logres estar tranquilo.